. . . No quiso que nadie le despertara de su locura sagrada. No quería volver a ver el infierno de aquellos ojos verdes donde una vez , se perdió.
Sus lágrimas son el lecho donde se mece , aguas por las que navegar, derrochadas durante, no sabe ya cuanto tiempo . . . Dejó de nadar contra corriente y se rindió ante la calma y el silencio obligada a tener que abandonar su recuerdo . . .
. . . Y en silencio aguarda, consciente que no tardará en disiparse, como la niebla en un amanecer , el sentimiento que creyó , la iba a destruir para siempre.
Descansando mientras se deja llevar . . . , en un lecho de ternura recién inventado para ella, entre los brazos de quien ahora la mira, y le atraviesa el alma . . .
Kira Urco *

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